Mary Somerville fue apodada la reina de las Ciencias en el siglo XIX, un siglo que no fue muy dado en dar oportunidades a las mujeres en ningún campo, ni siquiera laboralmente.
Mary nació en Escocia. Pasó su infancia en el campo, en contacto con la naturaleza lo que estimuló su carácter observador, pero sin una formación básica sistematizada de manera que a los diez años apenas sabía leer y su madre le hacía practicar con la Biblia. Un primer encuentro interesante en su vida sucedió cuando tenía trece años. Conoció al Dr. Somerville, que posteriormente se convertiría en su suegro, quien al percibir los deseos de Mary por aprender le muestra las historias de las mujeres sabias de la antigüedad, y la anima a aprender latín y a leer a Virgilio.
Un curso de pintura y danza al que asiste le descubre cuestiones de perspectiva y geometría que había leído en los Elementos de Euclides. Sus primeras experiencias de resolución de problemas consisten en solucionar los pasatiempos matemáticos de las revistas femeninas. Cuando el tutor de su hermano le daba clase, Mary se las arreglaba para estar presente y resolvía con gran rapidez las cuestiones que éste planteaba a su hermano. Viendo el enorme interés que ella tenía por las Matemáticas, accedió a comprarle libros científicos, y le ayudó a leerlos y a resolver los problemas del primer libro de Euclides. Al poco tiempo se vio sobrepasado por el nivel que su alumna había alcanzado.
Advirtió entonces que las personas de su entorno no podían ayudarla, sabía demasiado y sus padres comienzan a inquietarse pensando que este afán de su hija por el estudio puede acarrearle problemas de salud no tanto física como mental. Su padre dice: "uno de estos días veremos a Mary con camisa de fuerza".
Intenta disuadirla por todos los medios, pero ella sabe compaginar de forma inteligente sus clases de piano y la labores del hogar con el estudio del álgebra y las lecturas de los clásicos. Termina así los seis primeros libros de Euclides.
A los 24 años se casa con Samuel Greig, capitán de la marina rusa, un hombre sin ningún conocimiento científico al que no le gustan las mujeres sabias, pero Mary, aprovecha la libertad que le supone este matrimonio para continuar sus estudios matemáticos. Tres años después, muere su marido y ella se encuentra viuda, con dos hijos, viviendo en Londres y con una independencia económica que sabe aprovechar para conducir su vida hacia su verdadera pasión: las matemáticas. Su primer éxito fue ganar una medalla de plata por la solución de un problema sobre las ecuaciones diofánticas en el Mathematical Repository de W. Wallace. Sus amigos le animan a seguir estudiando y poco después lee los Principia de Newton.
Su primo William Somerville se convierte en su segundo marido. Es médico y comparte su interés por la ciencia. Su matrimonio puede considerarse duradero y feliz. William era un hombre inteligente pero de poca ambición personal y el hecho de que no fuera matemático es valorado por Ch. Lyell como un hecho positivo afirmando que: "Si nuestra amiga la señora Somerville se hubiera casado con Laplace, o con un matemático, nunca habríamos oído hablar de su trabajo. Lo habría fundido con el de su marido, presentándolo como si fuera de él".
En Londres, Mary encuentra un interesante ambiente científico. Se interesa por los trabajos de Babbage y su Máquina Analítica. Conoce a Ada Lovelace (hija del escritor Lord Byron) y le anima a estudiar matemáticas siendo su mentora.
Sus amigos le envían libros y trabajos científicos, la invitan a conferencias y acuden a la casa de los Somerville para compartir sus experimentos. Mary comienza a desarrollar sus ensayos sobre la Refracción de los rayos solares, Acción de los rayos solares sobre jugos vegetales, Transmisión de los rayos solares en diferentes medios ,etc. Trabaja en lo que podría considerarse un antecedente de la fotografía, observando los efectos de decoloración que se producen sobre papel bañado en cloruro de plata expuesto al sol.
Lord Henry Brougham, presidente de la Cámara de los Lores, gran admirador de Mary, escribe a su marido instándole a que convenza a su mujer para que traduzca la Mecánica Celeste de Laplace. Ella accede, no sin muchas vacilaciones, rogando que si su manuscrito no se considera aceptable sea destruido. Este trabajo le supone cuatro años durante los cuales demuestra una organización admirable al compaginar su vida familiar y social con su trabajo científico. En sus escritos afirma: "Un hombre siempre puede tener el control de su tiempo alegando que tiene negocios, a una mujer no se le permite tal excusa".
La obra de Laplace es larga y compleja. John Playfair llega a afirmar entonces que apenas hay una docena de matemáticos capaces de siquiera leerla. En una visita que Laplace efectuó a los Somerville, éste comentó que sólo dos mujeres habían sido capaces de leer la Mecánica Celeste, ambas escocesas, la señora Greig y Mary Somerville, quedando sorprendido al comprobar que se trataba de la misma persona.
Su traducción de Laplace resultó algo más que un trabajo mecánico ya que añadió comentarios simples y claros que permitían una mejor comprensión de la obra, incorporando así mismo opiniones independientes que interesaron a personas expertas. En su amplia Disertación Preliminar incluyó todas las matemáticas necesarias, una historia del tema con explicaciones mediante dibujos, diagramas y comprobaciones matemáticas que ella misma realizó. Este trabajo fue reimpreso posteriormente y se difundió por separado, dado su interés.
Continuó escribiendo, interesándose por el estudio de fenómenos físicos tan de moda entonces. Su siguiente publicación fue Sobre la conexión de las ciencias físicas. Los trabajos de Chladni sobre placas vibratorias le inducen a dibujar los diagramas de estos experimentos sobre los que también se había interesado Sophie Germain.
Por su interés demostrado en astronomía, fue nombrada junto con Carolina Herschel miembro honorario de la Real Sociedad de Astronomía siendo las primeras mujeres que obtuvieron tal honor. Sin embargo, Mary no asume el derecho a visitar dicha sociedad si no recibe una invitación especial para ello.
Obtiene, además, muchas otras distinciones, de la Real Academia de Dublín, de la British Philosophical Institution y la Societé de Physique et d´Histoire Naturelle de Ginebre. La reina Victoria le concedió una pensión anual de 200 libras esterlinas, aumentada dos años más tarde a 300 libras. Era por tanto una persona de alto prestigio en la comunidad científica, totalmente reconocida en diferentes países y se sentía feliz por poder disfrutar de una independencia económica que le permitía seguir estudiando.
Tras una etapa en Italia, por motivos de salud de su esposo, sin abandonar sus estudios, publica Physical Geography, un manuscrito que estuvo a punto de quemar, pero que su marido y John Herschel le convencieron para que no lo hiciera. Se hicieron de él siete ediciones.
Sufre una fuerte depresión tras la muerte sucesiva de su marido y uno de sus hijos. Sus hijas la animaron a que iniciara un nuevo proyecto. Vive entonces en Nápoles y con 85 años comienza a escribir su cuarto libro On Molecular and Mycroscopic Science y revisa su libro On the theory of differences. A los 89 años escribe su autobiografía y sigue estudiando matemáticas aun con 92 años. Cuando le sorprende la muerte estaba investigando sobre cuaterniones.
Hemos contado a grandes rasgos una larga vida admirable. Sus últimos escritos demuestran su enorme maestría en investigación matemática. Ella escribe:
"Tengo 92 años..., mi memoria para los acontecimientos ordinarios es débil pero no para las matemáticas o las experiencias científicas. Soy todavía capaz de leer libros de álgebra superior durante cuatro o cinco horas por la mañana, e incluso de resolver problemas".